Prácticamente todas las culturas han atribuido a algunas comidas y bebidas la propiedad de estimular la libido y hacer que el sexo resulte más placentero.
No obstante, ni de las ostras ni del chocolate (por poner dos ejemplos) se ha podido demostrar científicamente ningún efecto directo sobre el apetito sexual. Tampoco de otros supuestos alimentos afrodisíacos como el anís, los espárragos, la rúcula, el plátano, los higos, la miel, las fresas, las frambuesas, la vainilla o el vino.
Ahora bien, lo cierto es que muchos de estos alimentos contienen nutrientes que, en cantidades suficientes, han demostrado que sí podrían mejorar ciertos aspectos vitales:
Unos aumentan los niveles de serotonina (la llamada “hormona de la felicidad”)
Otros aportan ácido fólico o vitamina B9 (ayuda a disminuir el cansancio y la fatiga)
Otros actúan como relajantes de los vasos sanguíneos, lo que favorecería la erección
Otros son fuentes de zinc, que puede aumentar la producción de testosterona, y de omega-3, que influye en la sensación de bienestar.
Así las cosas, parece ser que lo mejor es pensar que todo influye: una buena compañía, una atmósfera placentera, la música adecuada, comida y bebida acertadas… son ingredientes indispensables. ¡Sin olvidar que el componente psicológico tiene gran importancia!
En cuanto a los complementos a base de ingredientes naturales, hay más acuerdo entre los expertos. Estos productos se elaboran con extractos de plantas en cantidades suficientes, por lo que pueden ser de utilidad.
La maca andina y el ginseng rojo coreano, por ejemplo, ayudan en el rendimiento y la vitalidad, el ginkgo biloba favorece la circulación sanguínea, aumentando así la respuesta sensitiva, y la rodiola, una planta de origen ártico, actúa sobre el estrés, ayudando a estar más receptivos a las relaciones.
No olvidemos que la actividad sexual es un aspecto muy importante en las relaciones de pareja y que, aunque cambia y evoluciona a medida que pasa el tiempo, no tiene por qué acabar.
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