Durante siglos, las legumbres han constituido una parte fundamental en la alimentación humana. Sin miedo a exagerar, podríamos decir que son un auténtico regalo nutritivo que nos hace Naturaleza. Fíjate en todo lo que nos ofrecen:
Proteínas de gran calidad, especialmente cuando se combinan con arroz (aquí se nota toda la sabiduría que se esconde en la cocina tradicional).
Hidratos de carbono de bajo índice glucémico, que ayudan a controlar los niveles de azúcar (recomendables para personas diabéticas).
Fibra, buena para evitar el estreñimiento, y también para controlar los niveles de azúcar y de colesterol. Dice un refrán que “lentejas, garbanzos y judías ponen el intestino al día”…
Minerales importantes: 100 gramos de legumbres aportan más hierro que 100 gramos de ternera, más calcio que 100 gramos de leche y más fósforo que 100 gramos de merluza.
Vitaminas, especialmente las del grupo B: niacina (B3), ácido fólico (B9), etc.
Y también hay cosas que las legumbres NO llevan: por ejemplo, no tienen nada de gluten ni de colesterol. Otro punto a favor.
Además, las legumbres son también muy saludables para la economía familiar, ya que no encontrarás en el mercado tanta capacidad nutritiva por un precio más favorable.
Como puedes ver, ¡todo son ventajas!
Los expertos recomiendan comer unos 200 gramos de legumbres, es decir, unas 3 raciones de 70 gramos (peso en crudo, después de cocidas pesan más) por semana.
¿Has calculado si tú y tu familia llegáis a este nivel de consumo? Compruébalo, porque es muy importante que no falten en tu plato.
Entre los distintos tipos que existen (judías blancas o pintas, garbanzos, lentejas, habas…) y las mil y una recetas que encontrarás en todas partes, tienes una gran variedad de apetitosas posibilidades culinarias.
El consejo:
Para asimilar mejor el hierro de las legumbres, es conveniente combinarlas con una fuente de vitamina C. Por ejemplo, preparándolas con pimiento verde o zanahorias. O tomar una naranja de postre.
Comments