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Saciantes a pedir de boca

¡Tengo hambre! Esta expresión es habitual  en las personas que siguen dietas de control de peso. Sin embargo, es frecuente que cuando dicen “hambre” quieran decir “deseo de picar”. Y eso es otra cosa.

Siguiendo una buena dieta para adelgazar, no se debería pasar hambre;  las 5 ingestas diarias y líquidos en suficiente cantidad deberían cubrir las necesidades básicas, no sólo en cuanto a nutrientes, sino también en cuanto a cantidad. Las raciones deben tener el tamaño adecuado y no pueden faltar alimentos ricos en proteína y en fibra, ideales porque sacian y contribuyen al buen funcionamiento del organismo.

Las proteínas (carne, pescado, huevos..) activan la liberación de la hormona de la saciedad, por lo que hay que tenerlas muy en cuenta a la hora de confeccionar los menús. Las legumbres también se incluyen en este grupo: son proteínas vegetales y tienen un elevado índice saciante.

Los cereales integrales aportan más fibra que los refinados, por lo que son una opción mucho más recomendable cuando se quieren evitar los ataques de hambre. El arroz integral, así como las pastas y los panes elaborados con harinas integrales son, además de saciantes, más nutritivos.

Las frutas y las verduras crudas, aportan fibra y agua, una combinación perfecta para llenar nuestro estómago. En ese sentido, las zanahorias y las manzanas son ideales como tentempié y tienen la ventaja de que las podemos llevar en cualquier sitio para consumirlas cuando el hambre acecha. Por último, no olvidar que no sólo es importante saber qué comemos, también cuenta mucho el cómo lo hacemos. Masticar con calma, disfrutando y saboreando cada bocado, ayuda a incrementar el  nivel de saciedad.

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