Existen varios estudios que demuestran que las personas optimistas son más felices y suelen tener mejor salud. Parece ser que no sólo tienden más a llevar hábitos de vida saludable (hacen dietas más sana, ejercicio habitualmente y duermen mejor) sino que además tienen mejores niveles de lípidos en la sangre y más antioxidantes.
Y es que un buen estado de ánimo genera endorfinas, y éstas fortalecen el sistema inmunitario que permite afrontar la enfermedad con más recursos.
Y aunque el factor genético puede tener cierto peso, el optimismo y el buen ánimo se pueden aprender a cultivar. ¡Ahí van algunos consejos para lograrlo!
Los expertos recomiendan empezar por asumir que la vida depende en gran parte de cómo elegimos verla. Gestos tan sencillos como fijarse cada día en todo lo que tenemos y sentirnos agradecidos por ello ayuda mucho a modificar la actitud ante la vida.
Disfrutar de los pequeños placeres cotidianos, sonreír y adoptar hábitos saludables también contribuye.
Es importante rodearse de gente positiva y alejarse de la negativa ya que, según se ha constatado, existe el llamado “contagio emocional” y nos suele afectar bastante.
Aceptar que las cosas pasan y que preocuparse por ellas más de la cuenta no lleva a ningún lado.
Por último, ser amable, realizar actividades satisfactorias, marcarse objetivos y atreverse a probar cosas nuevas también ayuda a enfocar el día a día de otra manera.
No está de más saber que algunos nutrientes también tienen la capacidad de influir en nuestro estado de ánimo, de modo que conviene que estén presentes en nuestra dieta o si no puede ser, consumirlas en forma de suplemento. Son principalmente los ácidos grasos omega 3, el triptófano y las vitaminas del grupo B y C.
¿Te animas?
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