En España, 8 de cada 10 personas se pasan con la sal. Mientras que la Organización Mundial de la Salud establece como máximo 5g/día (es lo que cabe en una cucharilla de café), la mayoría consumimos el doble o más; y muchos sin saber que ese exceso aumenta el riesgo de problemas cardiovasculares.
Si quieres hacer algo al respecto, aquí tienes algunas sugerencias:
Cambiar de sal. La sal marina tiene un sabor más intenso, por lo que necesitarás poner menos cantidad. Otra opción es utilizar una sal baja en sodio, ya que el sodio es precisamente el componente que hay que vigilar.
Reducir el consumo de embutidos y quesos curados. Aunque no la veamos, se utiliza gran cantidad de sodio tanto en su elaboración como para su conservación.
Reducir el consumo de conservas y pastillas de caldo. En general contienen glutamato monosódico, un aditivo rico en sodio que se utiliza para potenciar su sabor.
Salar menos y especiar más. El ajo o la cebolla en polvo son geniales para realzar el sabor de carnes, pescados, sopas, guisos, arroces, etc. Sin olvidar la pimienta, el azafrán, el comino, el pimentón, el curry, la cúrcuma…
Usar hierbas aromáticas. Tienes un montón de posibilidades: albahaca, cebollino, tomillo, romero, menta, orégano… Lograrás alegrar tus platos con un toque aromático muy especial.
Utilizar los recursos de toda la vida. Puedes aderezar las ensaladas con frutos secos, zumo de limón o deliciosas vinagretas en las que te puedes ahorrar la sal. También puedes acompañar las carnes con lechuga, endivia o escarola; tienen un sabor sutilmente salino nos permite poner menos sal en la carne. ¡Solo un poco de mostaza y seguro que el plato triunfa!
¿Qué tal si lo probamos hoy mismo?
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